martes, 13 de octubre de 2009

Parque Marino Ballena.

El cantón de Osa en la zona sur de Costa Rica posee importantes reservorios de vida natural que son a su vez hermosos parajes naturales. Uno de ellos es la línea costera al sur de Playa Dominical y que comprende el Parque Marino Ballena, llamado así por ser uno de los lugares donde es posible presenciar la llegada estacional de estos mamíferos y además por la demás curiosa formación rocosa con forma de cola de ballena y a la cual sólo es posible acceder durante algo más de una hora cada marea baja.

El Parque recibe una enorme cantidad de visitantes cada día, atraídos por el paisaje único, la extensa playa y la accesibilidad, ya que es posible estacionar automóviles en la orilla misma de la playa en donde existen servicios disponibles como regaderas y baños (aunque el agua no es potable). A corta distancia algunos islotes marcan el lugar de reunión de los cetáceos y la conformación de la playa hace que numerosas olas se acerquen de manera consecutiva a la costa (algo que hace que muchos surfistas hagan aquí sus primeros pasos en el deporte) pero con poco peligro para los bañistas, ya que las corrientes más bien arrojan escombros a la playa.




Desde el principio me sorprendió la diversidad de fauna presente en el lugar, basta con separarse de las multitudes y comenzar una agradable caminata bajo la sombra de los árboles para ser testigo de una multitud de aves, insectos (incluyendo cantidades industriales de no tan agradables mosquitos, el repelente es indispensable) y otros animalillos como lagartijas varias y cangrejos a granel. Pude ver cigarras, después de varios años de perderles el rastro en las ciudades.





Lástima, no andar la cámara conmigo impidió atestiguar la visión de tucanes, pelícanos y otras aves más.

Claro que la visita de rigor a la formación rocosa o “tómbolo” es la atracción turística por excelencia en el Parque Marino Ballena. Es bastante curioso presenciar como el mar se retira muy lentamente de la faja de arena que comunica la playa con las rocas. La excursión es usualmente corta, pues las rocas son demasiado irregulares y resulta muy peligroso tratar de caminar por el sitio. Es indispensable contar con zapatos de suela gruesa y agarre firme. Aún así tropecé un par de veces y si hubiese llegado a caerme del todo lo hubiese pasado muy mal (o sea, no caminen mientras toman fotos!).






En mi caso tuve la oportunidad de acampar algunos días en el sitio lo que me dio la oportunidad de presenciar un magnífico detalle: luego de las cuatro y media de la tarde y en la mañana antes de las ocho, la inmensa playa está prácticamente desierta.

Es un viaje largo hasta este lugar, pero resulta un sitio adecuado para dejar de lado todas las tensiones cotidianas para disfrutar de las cosas buenas de la vida.

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