domingo, 14 de agosto de 2011

Puente de Piedra sobre el Río Barranca.


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Uno de los mejores lugares que he visitado últimamente es el antiguo puente de Piedades Sur de San Ramón. Había encontrado su anotación en la lista de Patrimonios Históricos y Arquitectónicos de Costa Rica, y por ahí andaba una vieja fotografía donde se podían apreciar dos arcos de piedra, algo muy poco usual en el país. Como siempre sin mayor información sobre su ubicación incluso llegué a pasar a la par sin darme cuenta de su presencia. Pero gracias a un vecino de Piedades se pudo dar con el susodicho.

Está justo al lado del puente actual, pero casi no se puede ver desde arriba.
En realidad es fácil llegarle, pues se levanta sobre el Río Barranca, cuando todavía no está tan grande. Completamente cubierto por la vegetación no da muestras de su magnificencia sino hasta que descendemos hasta el cauce del río. Efectivamente cuenta con dos arcos, uno de los cuales puede ser inspeccionado con tranquilidad.


Noten la gran pila de escombros en el pilar, prueba de lo indomable que puede llegar a ser el Barranca.

Además hay un inesperado bono: Invisible desde la calle y justo bajo el puente hay una llamativa cascada, vaya lugar que fueron a escoger para construirlo!

El puente se construyó justo sobre la cascada.


De momento, eso es todo lo que sé. Desconozco cuando se hizo ni quien lo construyó, los pocos datos existentes apuntan a los primeros años del siglo XX, pues cerca hay otro puente con esas fechas. Supongo, por lo elaborado del proyecto, que se trató de un esfuerzo por abrir una vía al Pacífico “brincándose” los incómodos barrancos y cañones que existen más al sur, pero si es así la ruta no pasó a más, y quedó olvidada. De todas formas es uno de esos lugares impresionantes prácticamente desconocidos por la mayoría.

Ahí, debajo de todo eso, hay un puente.




¿Cómo llegué hasta ahí? Bueno, esta vez conté con la colaboración de un buen amigo, Mauricio Avilés quien junto con su leal GPS nos llevó al lugar, pero nos costó un poco dar con la estructura que se encuentra junto al actual puente sobre el Río Barranca, pero oculto por la maleza. Queda más o menos a unos cinco kilómetros de San Ramón, camino a Piedades Sur.

Para terminar, un pequeño video. No me quedó muy bien, pues usé una cámara de fotos:


jueves, 28 de julio de 2011

Puente de la Garita, sobre el Río Grande.


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El puente sobre el Río Grande fue construido en 1843-1844 como parte del remozamiento de la Ruta de las Carretas, una intrincada red de vías que comunicaban San José con Puntarenas. El éxito obtenido con la exportación de café le dió al camino una febril actividad que ameritaba la remodelación de la ruta antigua, poco más que un sendero originalmente.




El Rio Grande era uno de los tantos obstáculos en la ruta hasta el Pacífico, pero su profundo cañón dificultaba enormemente el tráfico de las carretas. La construcción de un puente no solo salvaba esa traba, sino que prácticamente obligaba a todos los viajantes a tomar la ruta que llevaba a la cercana Aduana, una Garita (más bien grande, y cuyos restos se ubican como a un kilómetro de distancia) de piedra que terminaría dandole el nombre al lugar, por eso también se conoce a la estructura como Puente de la Garita. La construcción habría ocurrido bajo la dirección del maestro de obras Eusebio Rodriguez y es Patrimonio Histórico Nacional desde 1975.



Aunque evidentemente ha sufrido bastantes remodelaciones, la estructura del puente permanece y es, hasta donde yo sé, el puente más antiguo del país y continúa en funcionamiento para todo tipo de tráfico automotor moderno.



Cómo llegar hasta ahí?
El puente se ubica en la ruta principal hacia Atenas, unos pocos kilómetros después de la población de La Garita de Alajuela. Se inicia un empinado descenso al cañón del Río Grande. Un kilómetro antes de llegar al puente es posible apreciar las ruinas (apenas vestigios) de la Aduana.

miércoles, 20 de julio de 2011

Monumento Nacional Guayabo

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Sin duda uno de las entradas pendientes más importantes era la de mi visita (¡hace más de un año!) al Monumento Nacional Guayabo, cerca de Turrialba. Este sitio es el referente principal de la arqueología costarricense, y aunque se trata de un lugar del que casi todos han oído hablar no es tan común el visitarlo.

Vista de Turrialba, desde el camino que lleva al sitio arqueológico.
Yo mismo debo confesar que no esperaba mucho en un inicio, por lo que el encuentro terminó en una muy grata sorpresa. El sitio arqueológico es amplio y su grado de desarrollo superó cualquier expectativa previa. Amplios senderos marcan un recorrido donde por etapas vamos aprendiendo sobre algunos aspectos de las culturas precolombinas.

Entrada al lugar y senderos del recorrido.
Al principio tenemos tumbas de cajón y petroglifos. Aunque el lugar tomó fama desde el siglo XIX, los saqueos constantes no sólo disminuyeron el registro de objetos sino que dificultaron la obtención de información sobre la sociedad que habitaba el sitio. Aún hoy son más las preguntas que las respuestas, y apenas se sabe la información más básica, como que el apogeo de la ciudad ocurrió entre el año 1000 y el 1400 de nuestra era.
Petroglifo con figura de lagarto.

Tumbas de cajón.

A partir de la visita al mirador el recorrido nos muestra una de las principales obras de ingeniería del lugar: el sistema de acueductos y tanques de captación construidos en piedra. Luego vienen los montículos principales y el remate consiste en una calzada de piedra que brindaba un acceso ceremonial a la ciudad. Aunque de esta se muestran unos 100 metros, los restos indican que se extendía hasta el Río Reventazón, a varios kilómetros de distancia. Por la gran cantidad de mano de obra necesaria para construir estas obras se infiere que Guayabo era un centro ceremonial regional. Incluso la calzada y los montículos están alineados para contemplar el Volcán Turrialba, a cuyas faldas se levanta el monumento.

Mirador donde se aprecia el complejo.

Vista más cercana de la calzada principal de acceso.
Parte del sistema de acueductos de la ciudad.
Se trata de obras muy elaboradas y complejas.


Parte de los problemas de conservación son por culpa... de las hormigas!!!
Pictogramas adornan todo el lugar.
El montículo principal.



Detalle de las gradas de acceso al montículo.


Más tumbas, cerca del montículo principal.
La magnífica calzada.


Vista transversal de la calzada, se aprecia la técnica constructiva y la sorprendente superficie lisa de la misma.

Ciertamente vale la pena la visita a este lugar, ya que de una mirada podemos comprender las verdaderas dimensiones de las sociedades precolombinas en nuestro país. Las autoridades reportan que aún hay mucho por excavar en la zona.



¿Cómo llegué hasta ahí?

Bien, en mi caso fui en una excursión de la universidad, pero la ruta tradicional consiste en llegar hasta Turrialba y de ahí hacia el este hasta el pueblo de Guayabo, son como 19 kilómetros. La otra ruta (bastante más corta y que fue la que seguí) es desviarse en Cartago y pasar por Pacayas hasta Santa Cruz, luego desviarse 10 kilómetros. Hasta el año pasado habían letreros indicando el desvío (cosa muy rara en Costa Rica) y llegamos en un bus pequeño, pero quizás sea mejor confiar en un 4x4 para estar seguros, sobre todo en la época lluviosa.

El sitio tiene un sitio en Facebook, donde se puede encontrar toda la información para llegar, horarios, tarifas, área de acampado, etc.

jueves, 30 de junio de 2011

San Lucas: La Isla Prisión


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En la misma línea de islas-prisión al estilo de Alcatraz o la Isla del Diablo, a finales del siglo XIX se dio luz verde en Costa Rica al proyecto de construir una cárcel en medio del mar. Se realizaron experimentos en la lejana Isla del Coco, pero al final la elegida para tal misión fue la Isla San Lucas, no muy lejos de Puntarenas en el Golfo de Nicoya. Desde 1873 se comenzó a forjar una leyenda que convirtió al penal de San Lucas como uno de los más temidos en el país, junto a la tristemente célebre Penitenciaría Central.

En los alrededores de la bahía hay varios naufragios, y lo que fuera un restaurante flotante.

Uno de sus inquilinos, el escritor José León Sánchez convirtió esta fama en internacional con su libro “La Isla de los Hombres Solos”. La isla está tan metida en la sociedad costarricense como un lugar maldito, que incluso hoy en día no se puede encontrar prácticamente a nadie con el nombre de Lucas en el país.

De finales del siglo XIX se conserva la calzada (muy bien conservada) y los calabozos que están junto al muelle. De inmediato me llamó la atención como la calzada comparte exactamente la misma técnica de construcción de su contemporáneo Camino de Carrillo.


Entre los años de 1927 y 1931 se construyeron los edificios que ahora se conservan (a duras penas), la comandancia, el dispensario, la capilla y el patio con los pabellones de calabozos. Existen más construcciones en la isla, pero lamentablemente no tuve oportunidad de explorarlas. Algunas excavaciones arqueológicas han desentrañado cementerios centenarios y sitios donde la ocupación indígena puede rastrearse hasta el año 1000 DC.

El dispensario médico.
La capilla del lugar.

Por todas partes se aprecian maravillosas vistas.


Algunos pabellones están ya en ruinas.

Otros han corrido con mejor suerte.
El lugar es famoso por sus dibujos.

Pero siempre hay recuerdos de su antigua historia.

Los pabellones principales.

Sus días como prisión terminaron en 1991, poco después fue designada como Área Protegida, y cayó en un indolente abandono hasta quedar en el estado que se ve en este artículo. Existen planes ambiciosos para la Isla, pero no está claro cuando se podrán disfrutar de sus riquezas nuevamente.

Y es que como en otros tantos lugares, una vez que la mano del hombre dejó de verse las más de 400 hectáreas se convirtieron en un fabuloso tesoro natural. Pese al suelo rocoso la vegetación cubre por completo la isla, y en su interior habitan venados y monos congo, que a mi parecer han crecido bastante y se pasean como reyes por todo el sitio.





Durante el viaje a la isla quita el aliento la maravillosa vista del Golfo de Nicoya y sus islas.
La isla posee una tranquila bahía.


Cómo llegué hasta allá?

Los buses desde San José a Puntarenas salen regularmente de su terminal, ubicada en la esquina de la Avenida 12 y la Calle 16. El pasaje cuesta 2125 colones (unos 4 dólares, 3 euros) y el viaje, en caso de no haber contratiempos, tarda un poco más de dos horas. Luego de llegar a Puntarenas y en compañía de un par de intrépidos amigos nos dimos a la tarea de buscar entre los locales quién nos pudiera llevar a la isla. Nos tomó poco tiempo, y alrededor de 50000 colones (95 dólares, 70 euros) negociar la aventura. Entre más personas participen, más barato saldrá el per cápita.

Sin embargo, por internet se ofrecen tours completos que salen desde San José y que incluyen comidas y entretenimiento por precios relativamente accesibles, en caso de que no se quiera depender de la buena voluntad de las circunstancias.

Pero hay que anotar que se espera que durante la segunda mitad del 2011 inicien grandes trabajos de remodelación por lo que los viajes a la isla podrían estar restringidos.