Volcán Barva.
El norte de la ciudad de Heredia está dominado por la mole del Volcán Barva. Mientras sus vecinos Poás e Irazú se han convertido en el destino de miles de turistas cada semana, este volcán y el lejano Turrialba pasaron a ser la meta de viajeros algo más ambiciosos y dispuestos a caminar bastantes horas…
Es posible llegar en automóvil hasta el pueblo de Sacramento, y de ahí hasta la entrada del Parque Nacional Braulio Carrillo (sector Volcán Barva) hay dos kilómetros y medio de camino que ameritan sin duda un vehículo de doble tracción.
O bien pueden tomar el tour de force que significa viajar en el bus que sale de Heredia y que pasa por San José de la Montaña, que lo deja a uno a formidables ocho kilómetros y medio de la caseta de entrada al Parque Nacional. La pendiente es demoledora pero hay bonitas vistas de todo el Valle Central.
La ciudad de Heredia.Ya en el volcán los senderos nos guían hasta la laguna principal, de 70 metros de diámetro y 8 de profundidad. Es un lugar de absoluta paz y tranquilidad, donde pude escuchar por primera vez que mi cámara hace un ruidito apenas perceptible. Un par de miradores son el lugar perfecto para almorzar y para pasar un buen rato alejado de la cochina cotidianidad. La laguna tiene su propia leyenda: en las noches de luna llena una iglesia emerge de las aguas, construida hace eones como expiación por un asesinato.
Por todas partes pude ver huellas de danta y si no se hace mucho ruido es un lugar propicio para ver aves, el guarda parques me contó que incluso es posible atisbar al enigmático Quetzal.
Luego decidí ir a la otra laguna del itinerario, la de Copey, a dos kilómetros de distancia. Apenas un par de docenas de visitantes fue ese día y nadie más osó desafiar el intrincado sendero de la laguna b. Y con razón, esa sí que fue una aventura. Por eso llegar a la laguna de Copey con sus 40 metros de diámetro resultó ser la parte gloriosa de la jornada. Verdaderamente sólo le recomiendo este recorrido a personas acostumbradas al senderismo de esos… sin sendero.
El Volcán Barva es uno de los lugares más pacíficos y naturalmente reconfortantes que he visitado, que amerita una jornada de caminada realmente épica. En las orillas de la pequeña laguna de Copey pensaba en los 13 kilómetros realmente duros que me separaban aún de mi autobús de regreso. Pero qué diablos, al menos 11 de ellos eran de bajada.